Hace un año, comencé a escribir esta entrada del blog...lo que sigue en cursivas es lo que redacté el pasado 5 de mayo de 2015. En ese momento, la idea de mi vida sin Max me resultaba tan absurda que no pude terminar la publicación. Mi imaginación se negó a recrear semejante escenario (qué va a pensar Max? Zafaaaaa!)
y de regalo de cumpleaños, Un obituario!
Mayo 5, 2015
Resulta que en un mes es el cumpleaños de mi hermano Máximo. Bueno, no es mi hermano; pero, es mi amigo que, para mi, es la misma cosa.
y de regalo de cumpleaños, Un obituario!
Mayo 5, 2015
Resulta que en un mes es el cumpleaños de mi hermano Máximo. Bueno, no es mi hermano; pero, es mi amigo que, para mi, es la misma cosa.
Que falten menos de 30 días para esta celebración me pone la presión de que le debo su regalo del año pasado. Verán ustedes, hace ya buen tiempo, le envié una tarjeta de felicitaciones y quedó olvidada en el asiento de atrás de un carro. La recibió meses después, sucia, pisoteada, doblada; pero, el mensaje estaba ahí, y eso era lo importante.
A modo de mitigar mi vergüenza por el olvido de su presente, decidimos hacer, a partir de entonces, entrega tardía de nuestros regalos. Es así como, cada año, nuestras llamadas de felicitaciones van acompañadas de frases parecidas a ésta: Acabo de comprar tu regalo, es un libro. Lo voy a leer primero. Te lo entrego en tres meses.
(bueno, las mías son así...si Max me regala un libro es porque ya ha leído la obra y le pareció que me gustaría tener una copia).
En fin, todo este preámbulo ha sido para contarles que el año pasado no compré regalo ni tarjeta para Max. Tenía meses rondando en mi cabeza que quería regalarle una entrada del blog. Sin embargo, la idea era (o es) algo rara pues, había decidido que escribiría obituarios para vivos a fin de plasmar con palabras todo lo que quería decirles mientras pudieran escuchar...solo que es tanto lo que bailó en mi cabeza que me ha costado más de 12 meses el darle curso.
Al estar lejos de casa, tengo días en que extraño conversaciones, abrazos, amigos, lugares y, como consecuencia de tanta nostalgia, me puse creativa y comencé a redactar cartas en mi cabeza, a varias personas que para mi son especiales. Les decía lo importantes que son en mi vida y recordaba anécdotas que siempre llevo conmigo...entonces, estaba llorando...y es que estas creaciones eran obituarios...
Hasta ese párrafo quedó el borrador de mi regalo por el cumpleaños 32 para Max, el cual recibiría cuando cumpliera 33 (tarde, como cada año). Hoy, a 15 días de lo que hubiese sido su celebración No. 34, quisiera pedirle perdón por mi tardanza; por si se fue con alguna duda de lo mucho que significa (sí, en presente) en mi vida.
Mi particular tarjeta de cumpleaños quedó a medio escribir porque le tenía miedo a pensar en que un día él faltara y yo me viera condenada a no disfrutar jamás de un buen concierto sin que su ausencia lo entristeciera todo; pánico a que tuviera que sentirme orgullosa de mi blog sin que lo avalara con sus comentarios y que mis faltas se vieran obligadas a ser corregidas sin sus consejos...en fin, por terror a este ahora en que hace sentido escribir un obituario. Pavor a este hoy al que sobrevivo sin Max y frente al que me muestro tan incrédula como mi creatividad de aquellos días.