martes, 17 de mayo de 2016

entrega tardía

Hace un año, comencé a escribir esta entrada del blog...lo que sigue en cursivas es lo que redacté el pasado 5 de mayo de 2015. En ese momento, la idea de mi vida sin Max me resultaba tan absurda que no pude terminar la publicación. Mi imaginación se negó a recrear semejante escenario (qué va a pensar Max? Zafaaaaa!)

y de regalo de cumpleaños, Un obituario!
Mayo 5, 2015

Resulta que en un mes es el cumpleaños de mi hermano Máximo. Bueno, no es mi hermano; pero, es mi amigo que, para mi, es la misma cosa.

Que falten menos de 30 días para esta celebración me pone la presión de que le debo su regalo del año pasado. Verán ustedes, hace ya buen tiempo, le envié una tarjeta de felicitaciones y quedó olvidada en el asiento de atrás de un carro. La recibió meses después, sucia, pisoteada, doblada; pero, el mensaje estaba ahí, y eso era lo importante.

A modo de mitigar mi vergüenza por el olvido de su presente, decidimos hacer, a partir de entonces, entrega tardía de nuestros regalos. Es así como, cada año, nuestras llamadas de felicitaciones van acompañadas de frases parecidas a ésta: Acabo de comprar tu regalo, es un libro. Lo voy a leer primero. Te lo entrego en tres meses.
(bueno, las mías son así...si  Max me regala un libro es porque ya ha leído la obra y le pareció que me gustaría tener una copia).

En fin, todo este preámbulo ha sido para contarles que el año pasado no compré regalo ni tarjeta para Max. Tenía meses rondando en mi cabeza que quería regalarle una entrada del blog. Sin embargo, la idea era (o es) algo rara pues, había decidido que escribiría obituarios para vivos a fin de plasmar  con palabras todo lo que quería decirles mientras pudieran escuchar...solo que es tanto lo que bailó en mi cabeza que me ha costado más de 12 meses el darle curso. 

Al estar lejos de casa, tengo días en que extraño conversaciones, abrazos, amigos, lugares y, como consecuencia de tanta nostalgia, me puse creativa y comencé a redactar cartas en mi cabeza, a varias personas que para mi son especiales. Les decía lo importantes que son en mi vida y recordaba anécdotas que siempre llevo conmigo...entonces, estaba llorando...y es que estas creaciones eran obituarios...

Hasta ese párrafo quedó el borrador de mi regalo por el cumpleaños 32 para Max, el cual recibiría cuando cumpliera 33 (tarde, como cada año). Hoy, a 15 días de lo que hubiese sido su celebración No. 34, quisiera pedirle perdón por mi tardanza; por si se fue con alguna duda de lo mucho que significa (sí, en presente) en mi vida.

Mi particular tarjeta de cumpleaños quedó a medio escribir porque le tenía miedo a pensar en que un día él faltara y yo me viera condenada a no disfrutar jamás de un buen concierto sin que su ausencia lo entristeciera todo; pánico a que tuviera que sentirme orgullosa de mi blog sin que lo avalara con sus comentarios y que mis faltas se vieran obligadas a ser corregidas sin sus consejos...en fin, por terror a este ahora en que hace sentido escribir un obituario. Pavor a este hoy al que sobrevivo sin Max y frente al que me muestro tan incrédula como mi creatividad de aquellos días.

lunes, 20 de julio de 2015

piedra en el zapato

Piedra en el zapato;
sigo caminando
Piedra en el zapato,
ya no falta tanto.

Talones entumecidos,
dedos cruzados...
camino no tan verde
sigo caminando?

Se cansó el camino,
se cansó el zapato...
hasta se casó la piedra
se cansó el cansancio.

domingo, 21 de diciembre de 2014

la sagrada familia

No estoy hablando de pasajes bíblicos, de Miguel Ángel ni de Gaudí. Me refiero, más bien, al estatus de No Enjuiciable al que todos quisiéramos llevar a nuestras familias, como muestra de aceptación incondicional (el amor acepta todo con paciencia; siempre confía; nunca pierde la esperanza; todo lo soporta. 1era de Corintios 13:7).

La pena es que bajo este escudo de que estamos siendo amorosos, muchas veces, dañamos a nuestros seres queridos: Nos hacemos de la vista gorda ante problemas que deben ser enfrentados; justificamos las faltas con la excusas de "yo que le conozco desde siempre, sé que todo esto es efecto de todo lo que le ha pasado"; preferimos no ventilar las tragedias que vivimos en casa por aquello de que "no ayuda en nada dar de qué hablar a los demás"; y por último, la mejor de todas: "prefiero no decirle nada porque se va a sentir mal".

Las consecuencias de esta ceguera amorosa son, además de negativas, avalanchas que, tarde o temprano, nos caen encima como bolas de nieve. El amor genuino debe tener la potestad de decir la verdad, aunque duela, aunque no sea lo que queremos escuchar. Si la estabilidad de nuestras relaciones de familia está basada en tapar el sol con un dedo, entonces, no tenemos más que el que tiene una novia en Nueva York, un computador sin Internet o una cuenta sin fondos.

El verdadero amor familiar debe hacernos capaces de decir y de escuchar todo lo necesario para edificarnos y hacernos mejores personas. Todo miembro de un círculo unido por la certeza del amor compartido, debería tener la convicción de que sus seres queridos harán todo lo que esté a su alcance, incluso si duele, para ayudarle a estar mejor.

El mismo amor debe también proteger a quién decide dar la cara a las tribulaciones sin que esto signifique que quedará tildado de agresor.

Siento que, dolorosamente, hemos caído en el error de sobreproteger a los nuestros bajo la excusa de que los amamos. No conozco antónimo más acertado para amor incondicional que el hecho de que admitamos que abrir los ojos ante las realidades que nos rodean sería atentar en contra de relaciones totalmente dependientes de que digamos o no estrictamente, lo que el otro quiere escuchar.

Tanta fragilidad en lo que debe ser inquebrantable me parece contradictorio. Peor aún, preferimos la cobardía de permitir que la patología se expanda con tal de no "revoltear el panal"

Es mi deseo sincero que, esta Navidad, podamos mirar alrededor de la mesa y encontrar miradas llenas de amor no condicionado a lo duro que puedan pegarnos las tormentas; que nos amarremos a lazos familiares que todo lo soporten, incluyendo lo tradicionalmente insoportable; que podamos disentir y aún así, apoyarnos; que la perfección de nuestras relaciones no esté basada en no ensuciarnos el vestido, sino en nuestra capacidad de unir los brazos y estregar bien duro hasta que salgan las manchas que tengamos que sacar.

Felices Fiestas!

miércoles, 1 de enero de 2014

el peso del primero de enero

El primero de enero hiede a borracho, a restos de comida que nadie quiere recoger, a música alta cuando ya nos duele la cabeza. El primero de enero esconde tristezas entre la resaca; llora en los baños y se retoca el delineador para esconder el cansancio de tanta algarabía desatada por haber dado otra vuelta al sol.
 
Tenemos el deber mostrarnos esperanzados el primer dia del año. La felicidad es mandatoria y los abrazos a quienes amamos deben darse o mandarse desde lejos, HOY! como si el amor tuviese fecha de caducidad y no quedara un día más para desearnos buenas cosas. Es la fecha oficial de trazar metas sólo para tener algo que lamentar 365 días más tarde, cuando nos percatemos de haber incumplido con la mayoría.

Recibimos el 1ero de enero con el alivio de quien abre la puerta a la niñera que controlará el llanto y el desorden infantil que llenan la casa. A esas 24 horas primeras les tiramos encima la responsabilidad de ser mejores que todas las anteriores; las comprometemos a purificar nuestros corazones y alcanzar nuestros objetivos. Asignamos esta tarea al calendario, a conciencia de que no le toca; a pesar de que, secretamente, reconocemos no tener idea, ni plan trazado para cotejar esa lista cuando vuelvan a sonar las 12 campanadas.

Hacemos con el nuevo año lo que con nuestros hijos. Apenas llegan, les regalamos el libro "Lo Que Debes Ser", escrito con la tinta de nuestros pendientes y temores; dejando muy poco espacio para la espontaneidad en esas espaldas recién nacidas.
 
Mi deseo para este 1ero de enero es que podamos vivirlo con autenticidad; que abracemos o lloremos no porque toca, sino porque nos da la gana; que tomemos, cada uno, las riendas de nuestras vidas y dejemos de cargar a los demás y a la fecha con las obligaciones y culpas que nunca serán más que nuestras.

Salud por un sincero 2014 que nos permita ser quienes somos sin tener que pedir excusas por ello; y que, de paso, logre sorprendernos un poco.

miércoles, 31 de julio de 2013

es mentira que ya no miento

"Hiéreme con la verdad, para que no me mates con la mentira" es una de las frases que aprendí de una de las personas más sinceras que conozco e incluso a esa persona le he pillado mintiendo alguna vez. Todos mentimos, unos con mayor o menor frecuencia y remordimiento que otros. 

Yo cada día miento menos; pero cuando miento, miento mejor...cosa que me asusta porque sé que de igual forma se va perfeccionando el ejercicio entre quienes me rodean y en quienes quisiera confiar. Me asquea la mentira en todas sus formas: la omisión de detalles, las medias verdades y los embustes que de tanto repetirse suenan a verdad. Todas denigran a quienes las inventamos y menosprecian la inteligencia de quien las escucha. 

Cuando nos sentimos capaces de engañar a alguien, estamos confiados en su incapacidad probable de llegarnos a descubrir. No conozco forma más descarada de reconocer la estupidez en el otro. Como no estoy interesada en rodearme de idiotas o de quienes me consideran una, me he tomado en serio el compromiso de decir la verdad, aunque duela, aunque parezca una loca, aunque no sea lo que el otro quiere escuchar...

Ni hablar de las mentiras piadosas! Éstas son las peores porque la consideración que las justifica es principalmente para con quién miente a cambio de no tener ningún dedo encima, señalando sus culpas. Cierto que además, evitan un dolor de cabeza a la otra persona, cosa que suele ser un adicional del combo. No quiero ser la papá frita en la bolsa de nadie. Que sepan quiénes me rodean que no necesito de su piedad; en cambio, agradezco infinitamente su respeto. 

"No me tomes, tontita, por tonto" canta Sabina en una de sus estrofas; y, "mi crimen fue vestir de azul al príncipe gris" se justifica en otra...Así, cada uno de nosotros es inclemente para perdonar las mentiras que escucha e implacable al defender las que dice. 

Últimamente, he dedicado mucha energía en grabar el sabor amargo que me causa sentirme víctima de un chantaje. Lo hago no por masoquismo; sino, para recordar lo insuficiente que resultaría el azúcar de una mentira mia ante el mal sabor que dejará en el alma ajena.

Me creerán si les digo que funciona?

lunes, 22 de julio de 2013

yo sólo pensaba

Es común en mi país, escuchar que somos bendecidos; que el terremoto que sacudió a Haití apenas se sintió en nuestro lado de la isla; que no importa lo que digan las previsiones meteorológicas, los huracanes se desvían antes de tocar suelo dominicano; que, a pesar de todo, mi Quisqueya sigue siendo un paraíso porque "Papá Dios ama esta tierra". 

Incluso, se alega que nuestra informal idiosincrasia, que eso de tomárnoslo todo a "chercha" es una bendición porque "si le doy mente a lo dura que está la cosa, paro en loco".

Pienso en estas afirmaciones y me es difícil separarlas de la paradoja que las mismas suponen para aquellas naciones que sufren constantemente la furia de la naturaleza sobre su tierra y sobre sus habitantes: Es que, acaso, ondea junto a esas banderas alguna maldición? No son esos hombres y mujeres también hijos de Dios? Qué nos hace a los dominicanos más merecedores del amor del Padre que el resto de la humanidad?

Pienso también en cómo logran esas naciones abatidas recuperarse de las catástrofes, en cómo su gente se hace más fuerte y, sobretodo, más humana y precavida. Reconstruyen sobre cimientos más fuertes e incorporan aprendizaje tan valioso sobre hermandad y compasión que hasta me es posible vislumbrar la bendición en esas escenas de dolor como la sonrisa en la cara de un maestro que lee el impecable examen final de un estudiante que ha sido un tormento durante todo el año, pero que ha logrado enderezar a base de fuertes lecciones.

Pienso además, en las veces que hemos enfrentado alguna calamidad de menor grado a las mayúsculas desgracias que nos muestra el televisor desde países lejanos y en cómo hemos reaccionado. No bien ha parado la lluvia, cuando volvemos a clavar las tablas en la misma orilla del río cuyas aguas arrastraron nuestra casa; Bajo instrucciones de abandonar nuestros hogares, nos detiene el miedo a que nos roben si nos movemos a los refugios; Nos alegramos de los paros de docencia y de que los avisos de tormenta nos saquen de la oficina antes de las 5 pm..."saca la mesa de dominó y ponte una bachatica que eso e' un chin de agua que va a caer"

Se me ocurre que, tal vez, el maestro entendió hace tiempo que no hay esperanzas con este alumno testarudo y, por eso, ya ni le pasa la prueba...Pienso y me duele que nos sea tan fácil dejarlo todo en manos de un Padre que quisiera ver nuestro accionar.

Preferiría no creer que nuestra "bendición" pudiera estar basada en la certeza de que no seremos capaces de emerger como el Fénix si algo nos llegara a suceder. Así como no merece ser libre el pueblo que es esclavo, INDOLENTE y servil, diría Prud'Homme...Y es que nuestro deber patriótico no está hoy en los campos de batalla; está en la entrega diaria de lo mejor de cada uno para poder enfrentar como nación los días menos benditos.

Pido excusas a quiénes ofenderé con esta entrada...yo sólo pensaba con los dedos en el teclado.

viernes, 17 de mayo de 2013

el reto de la doña

Quienes estuvieron en mi boda y escucharon los votos de mi ahora esposo, saben que su promesa no estuvo condicionada a que yo lo amara, lo respetara y todo el bla,bla,bla que suelen jurarse quienes se unen en matrimonio. Primero, porque ambos sabemos que esas cosas no se piden. El amor y el respeto fluyen naturalmente y se van alimentando de un día a día del que sí somos responsables. Segundo, porque mi compañero decidió comprometerme con algo mucho más sublime, más demandante, mucho menos egoísta, mucho más puro y lleno de amor del bueno: "te ofrezco (...); a cambio, sólo te pido que seas feliz".

Verán, está petición le sacó las lágrimas a casi todos nuestros invitados. A mi, no. Las mías, hacía rato, me bajaban en carrerita por los pómulos a pesar de mi afán por controlarme para que no se volviera una melcocha el maquillaje (se valía, algo de vanidad! era mi boda). Cada una de las cosas que él ponía a mi disposición ya las sabía mías. Mientras todos escuchaban admirados sus palabras tan bonitas, yo reconocía, además, que hablaba en serio. Su deseo de verme firmemente decidida a ser feliz; a enfrentar cada situación con optimismo; a no dejarme vencer por los días de lluvia; era genuino. Tanto así, que me había pagado por adelantado y no quieran ustedes saber lo que es tener ese dedito señalándolos, cada día del resto de sus vidas: "Usted prometió que sería feliz HUM"

A pesar de mis miedos, este pacto iba en serio y yo estaba diciendo que sí. Para muchos, puede sonar a tarea fácil, al mejor de los negocios. Pero yo soy "al revés, anormalita, medio rara". Para mi, era desprenderme de un traje que me había puesto hace tiempo y con el que ya me sentía bastante cómoda. Eso de ser feliz no es un "cachú" para quién tiene la melancolía como musa. Imagínese! si, cuando estoy de ánimos, oigo canciones de Serrano...Me encanta esa  que dice sigues pareciendo la chica más triste de la ciudad. Conozco los momentos felices, las historias con final feliz; pero, la felicidad como estado permanente o como la obligación de la que habla Bucay siempre me ha sonado a utopia, a inalcanzable. 

Las primeras semanas de casada pudieron haber venido con recetas que me quedaran saladas o con auto reclamos por no sentirme buena ama de casa. Eso hubiese sido lo probable, lo previsible. Pues bien, nada en mi vida ha sido convencional y este comienzo como doña, tampoco. 

Mis retos han estado dentro y no fuera de mi.  Estoy en un nuevo país; lejos de la seguridad que nos da lo conocido, la familia y los amigos; y, con muchísimo tiempo libre para ponerme ñoña. Para colmo, Puerto Rico no ha tenido un solo día de sol en estas 2 semanas.  Sin dudas, a esta doña la han agarrado fuera de forma y he tenido mis recaídas. Me he descubierto más de una vez, faltando a mi promesa y eso alimenta aún más el ego de la Sra. Tristeza: "Doble falta; a ti y al hombre que amas... yo fuera tú y estaría dando gritos". 

A pesar de estos desalentadores precedentes, hice un trato que pretendo cumplir, pues creo firmemente que a la vida se le agradece viviendo plenamente, más que sobreviviendo al calendario. Nunca he sido "mala paga" y no voy a comenzar a los 30.  Además, esto lo prometí delante de mucha gente. No estoy dispuesta a pasar esa vergüenza.

Don Freddy Ginebra ha contado más de una vez de cómo se "ejercita" cada mañana frente al espejo, ensayando sonrisas. "Hay que hacer ejercicios de alegría", dice el duende. Ya estoy inscrita en un programa intensivo que hace al alma, lo que el P90X o el Insanity, al cuerpo. "Tristetomía" dice mi Coach que se llama...

Voy a considerar el haber logrado estos párrafos sobre un tema feliz como mi primera prueba superada. Toi lista! Let's dig deeper!